¿Cómo ayudamos a la preservación de condiciones de seguridad y bienestar para las generaciones humanas y no-humanas futuras?
Como es bien sabido, es difícil prever efectos secundarios, terceros y de otros órdenes en condiciones que aún no existen. Este es el principio de los modelos predictivos, donde situaciones inesperadas pueden aparecer sin que sepamos las condiciones, factores, externalidades, comportamiento de los factores desconocidos, y cobertura sistémica. ¿Cómo podemos prepararnos y prever situaciones que ni siquiera sabemos cómo ni cuáles serán?
Cada vez que se rompe el equilibrio existente es imposible poder pronosticar los efectos que a largo plazo se darán por tratarse de una disrupción a la continuidad existente. Por supuesto, se nota un cambio a corto y mediano plazo, ¿pero y después qué pasará? Cuando no existen datos o evidencia suficiente, sencillamente no es posible prepararse para el futuro porque incluso si se hacen pronósticos, ¿cómo podríamos saber si aparecerán nuevos factores que crucen transversalmente todo pronóstico, modificándolo por completo?
En este sentido, la respuesta está una y otra vez en tener el mínimo impacto posible, generar la menor cantidad de cambios en los sistemas y respetar el balance existente en lugar de buscar modificarlo sin saber porqué es como es. Cada vez que tenemos participaciones desinformadas (incluso cuando creemos saber mucho acerca de muchas cosas) estamos siendo seres burdos y torpes, ya podríamos en primer lugar centrarnos en observar e informarnos incluso de siquiera atrevernos a opinar, y mucho atrevernos a hacer cambios y modificaciones deliberadas. No importa si tenemos las mejores intenciones; aún con ellas podemos tener impacto negativo por el solo hecho de romper el equilibrio existente sin importar qué tan eficiente o conveniente lo encontremos.
Podríamos ayudar a la preservación de las condiciones de seguridad y bienestar para próximas generaciones al ayudar a comprender los efectos de los cambios deliberados, el impacto de las decisiones desinformadas, lo nocivo que es forzar los ambientes, a las personas, a los ecosistemas y al olvidar que la naturaleza (en toda la extensión de la expresión) es sabia no por ser una entidad superior, sino por todo el proceso evolutivo que ha tenido a lo largo de millones de años.
Podemos aún ahora aprender de los errores, a comprender lo que sí ha funcionado, lo que podría aprovecharse sobre lo que sí ha funcionado, a tener la humildad y responsabilidad absoluta de lo que no hemos hecho bien y a tener la valentía de asumir esos fallos para transmitir nuestros aprendizajes.
No podemos predecir el futuro ni preparar a otros para el futuro, podemos hacer y diseñar procesos de trazabilidad sobre todo lo acontecido y transmitir los aprendizajes de una manera responsable y transparente. De nada servirá minimizar responsabilidades y justificar los errores, esos ya son visibles y todos sabrán de su existencia. No podemos deshacer los errores, podemos aprender y crecer desde ellos.