Ser docente en tiempos de distanciamiento social

Mónica De Salazar
6 min readNov 10, 2020

Con 20 años de experiencia como facilitadora de conocimiento, también conocido como docente, maestra, profesora, tallerista y a hasta veces sido llamada Miss por alumnos de licenciatura, he aprendido una cosa que debe ir por encima de todo lo demás: Ponerme en la piel de quien está recibiendo el contenido antes de ponerme a mí misma como protagonista de la clase.

El verdadero protagonista de cualquier clase, curso, taller o seminario debería ser el aprendizaje porque al final eso es lo que se llevan los alumnos, estudiantes o participantes; la experiencia de haber aprendido algo nuevo, algo significativo, algo que les ayude a ver de una manera distinta. Son los aprendizajes, los buenos aprendizajes, esos que un día a cinco, diez o veinte años de distancia recordamos como una pieza de información que por un momento se convierte en una llave capaz de abrir la puerta de un obstáculo técnico, ético, estratégico o de cualquier otro tipo.

¿Y es que recordamos directamente una definición, una fórmula o un apartado de determinada legislación? En ocasiones sí, en ocasiones memorizamos información íntegra para poderla aplicar de memoria, pero en ocasiones más bien lo que podemos hacer es resolver utilizando un modo de pensamiento, una habilidad adquirida, o a través de una anécdota que algún/a docente nos dijo en clase.

De mi parte, por ejemplo, resuelvo muchas cosas a través de silogismos y de mi profesor de lógica solo recuerdo que se apellidaba Barrón, que usaba corbatas y trajes de colores muy a la (entonces) moda, y poco más. Pero ese hombre además de dejarme los silogismos me dejó el regalo de la estrategia creativa dado que nos dejaba hacer resúmenes de libros que jamás leí pero que aprendí a escanear, autoresumir en el procesador de texto y entregar con una portada muy bonita y una introducción bien planteada. No estoy recomendando hacer eso en particular, lo que estoy tratando de señalar es que aprendemos cosas de maneras que no están dentro del plan de estudios, y en múltiples ocasiones lo que más aprendemos son habilidades para la vida más que contenido específico.

Industrialización del Aprendizaje

Hace tiempo que he analizado, escrito escrito y tratado de sensibilizar a otras personas en la docencia sobre evitar la industrialización de sus enseñanzas. Esto significa prestar especial anterior a evitar que quienes están en modo aprendizaje se sientan como un número de matrícula, un caso más o actualmente, como una ventana más en una habitación virtual.

No olvidemos que quienes hoy están estudiando, mañana van a ser perfiles tomadores de decisiones y lo que están aprendiendo muy probablemente será la manera en que actúen mañana. ¿Queremos que traten a sus colaboradores como números y matrículas, o como una conexión más? Sobre esto he escrito en el título “¿Por qué está colapsando el sistema educativo del último siglo?”.

Más de una persona se preguntará cómo es posible generar una experiencia de aprendizaje individual cuando tenemos grupos de 20, 30, 40 o más personas. Se trata de un diseño de experiencia de aprendizaje que cada participante puede apropiarse y ajustar a sus intereses personales, habilidades, conocimientos previos, experiencias personales, y en general, se trata de crear un plan de facilitación pensado en el común denominador del grupo y luego dejar algunas áreas para que cada participante se apropie de la experiencia.

¿Cómo generar un diseño de aprendizaje para todo el grupo y para cada persona al mismo tiempo?

La única vía para crear algo que le sirva a muchas personas es considerar las necesidades de muchas personas, y eso se llama co-diseño, aún si no es presencial.

Quienes han facilitado conocimiento saben que hay preguntas frecuentes, temas que generan mayor interés, temas que se hacen más complicados que otros y muchas cosas más. Pues habría que generar el contenido en función de eso y sobre todo prestando particular atención a los contenidos eje, para que se conviertan en las piezas clave del curso, taller, seminario o hasta webinar.

(A ti que estás leyendo esto, te pido tu retroalimentación sobre lo siguiente.)

A continuación describo el procedimiento que me ha funcionado por años y que ha sido capaz de adaptarse a medios digitales sin mayor dificultad desde al menos 2014.

  1. Hacer un listado de todo lo que el seminario podría abordar. Todo.
  2. Ponerlo en un orden estilo narrativa. Esto significa explicar las cosas de manera que el concepto 1 abra camino para el concepto 2, y así sucesivamente.
  3. Eliminar lo que no es esencial y buscar reducir la mitad del contenido o al menos una tercera parte. Cuando reducimos lo no esencial, hacemos un trabajo de síntesis y la facilitación además se hace más flexible dado que se facilita lo más importante y se abordan profundidades en la medida de lo que el grupo requiera.
  4. Identificar cuáles son los contenidos eje más importantes y que no puedan convertirse en dinámicas, casos prácticos o grupos de discusión. Para dichos contenidos sí hacer una explicación con la mayor cantidad de ejemplos y aplicaciones a manera de referencias para dar soporte a la teoría en firme que no pueda explicarse de otra manera. Es importante recordar que la mezcla entre datos duros y narrativas produce un mayor anclaje del aprendizaje.
  5. Identificar cuáles son los contenidos conectores o que se alinean a los contenidos eje, y de ellos tratar de hacer dinámicas, casos prácticos, discusiones o cualquier otra ejecución. Por su acercamiento experiencial, estos contenidos frecuentemente terminan siendo los que en la memoria son más accesibles y que refieren a los contenido eje. Es decir, los contenidos experienciales ayudan a recordar la teoría.
  6. Revisar todo el contenido y tratar de que exista un ritmo: Introducción, explicación, ejemplo, ejercicio, conversación y conclusiones. Este ciclo puede repetirse varias veces a lo largo de una sola sesión de enseñanza y por supuesto puede repetirse en muchos tipos de contenidos educativos o de transferencia de conocimiento.

Recordemos que la gente que está aprendiendo, no es solo receptora de información y de lo que algún perfil docente o facilitador tenga que decir; en su mente puede estar habiendo un diálogo interno con preguntas, respuestas, comentarios y muchas cosas más. Considerar dicho diálogo interno individual puede hacer toda la diferencia para generar diseños sesionales más intuitivos y que conecten con las audiencias de aprendizaje.

¿Y qué hay sobre la distancia?

Facilitar conocimiento nunca había sido tan retador para la docencia como se ha hecho durante la época del distanciamiento social. No solo se trata de facilitar conocimiento, con todos los retos que ello implica sino que adicionalmente hay que hacerlo de una manera que genere interacciones, que sea significativo, que de preferencia no canse a quienes están estudiando y ni qué decir sobre ajustar el material a plataformas que tal vez muchas personas jamás habían tenido que usar.

De un momento a otro quienes han podido llegar a las aulas físicas a compartir su conocimiento en pizarrones, o con documentos impresos… de pronto tienen que poder hacer presentaciones atractivas, intuitivas, visuales; aumentar su capacidad de presentación exponencialmente y en ocasiones hasta tener habilidades de conductores de programas.

Para más de una persona eso significa un reto inmenso no solo a nivel profesional, sino hasta en lo personal porque a un grupo se le logra enganchar o no se le logra enganchar, y no es lo mismo aprender por la fuerza porque hay una calificación de por medio, que atender un seminario con gusto porque además de haber una calificación, es un momento agradable (dentro del contexto).

En este sentido no hay mejor estrategia que la empatía, que en el sentido educacional se trata ayudar a la otra parte a acceder de la manera más sencilla (no fácil) a los aprendizajes y a llevarse algo que impacte tanto su vida personal como laboral en el futuro.

Para ti que eres docente o facilitador/a de conocimiento, ¿qué necesitarías para aprender algo nuevo y tal vez complejo sin que se sintiera como un reto interminable y además agotador al estar horas y horas durante meses frente a una pantalla? ¿Qué te haría perder el interés en eso que estás aprendiendo? ¿Qué debería pasar para que aprender fuera de hecho agradable? ¿Qué tipo de información deberías recibir y cómo para sentir que genuinamente aprendiste?

Nota: Habrá una segunda parte de este contenido sobre estrategias específicas a nivel técnico o de diseño sesional para aumentar y mejorar la interacción en aulas virtuales.

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Mónica De Salazar

Green MBA + #CreativeProblemSolving Consultant. Focused on Business Strategy for Digital, Social and Environmental transformation. Founder of @LifeStrategics.